Los esfuerzos por definir lo que es el sentido de lugar, se relacionan en gran medida con la creciente preocupación sobre la pérdida de identidad local que parecen estar provocando la globalización, la sobredesinficación turística y la descomposición del tejido social, además de las nuevas concepciones sobre el ciberespacio, que nos presentan un mundo conformado por diversos mundos simultáneos en los que la ubicuidad, la inmediatez y la velocidad parecen estar reduciendo el espacio que delimita los territorios y aún no terminamos de comprender.
La falta de un sentido de lugar reconocible por quienes lo habitan y quienes lo observan o visitan, se refleja en la disminución de la lealtad territorial, lo que genera la fuga de inversiones y talentos, el descuido de los espacios y el detrimento de la competitividad. La búsqueda de una identidad que de sentido a los territorios compartidos se ha vuelto cada día más intensa, tanto desde el punto de vista comercial, como social y ambiental.
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ToggleEntre el lugar y el no lugar
La concepción del espacio ha cambiado tan pronto como la rapidez a la que hoy nos trasladamos de un lugar a otro.
Por una parte, vamos de aquí para allá en transportes de alta velocidad que a veces nos producen esa sensación de estar en ningún lado, en una dimensión del tiempo más que del espacio.
Por la otra, estamos conectados a miles de lugares a través de dispositivos virtuales que nos dan la sensación de estar en dos lugares al mismo tiempo. Vivimos en una especie de ubicuidad, una cualidad a la que antes, solo los dioses podían acceder.
Michel Certau, dice que un lugar es una configuración instantánea de posiciones, pues en el mismo lugar pueden ocurrir y coexistir diferentes singularidades que no nos impiden pensar en la identidad compartida de quienes se relacionan en ella y la ocupan como lugar común.
De acuerdo con Guillian Rose, sentido de lugar es el indicador de los significados y las sensaciones inherentes a un espacio geográfico.
Marc Augé, insiste que un lugar con identidad tiene tres rasgos comunes: se consideran identificatorios, relacionales e históricos… la delimitación del terruño corresponde a un conjunto de posibilidades, prescripciones y prohibiciones, cuyo contenido es a la vez espacial y social. Sostiene que si un lugar es un espacio en que podemos intuir la identidad de quienes lo ocupan, ver las relaciones que mantienen y la historia que comparten, un no lugar es un espacio en que no podemos identificar o leer esas premisas. Además aclara que la oposición entre lugar y no lugar es relativa, pues varía en función de sus momentos, funciones y usos.
¿Y cómo se resuelve el fortalecimiento de las identidades locales que evidentemente no son estáticas?
Ya les he contado que durante muchos años, en Identidad y Desarrollo hemos trabajado para crear instrumentos y herramientas que nos permitan trabajar desde lo local en función del contexto y las necesidades particularidades de cada localidad, para implantar estrategias de gestión de destinos y manejo de visitantes que se centran en fortalecer la identidad y encauzar el desarrollo sostenible de las localidades turísticas.
Hoy nos enfrentamos a nuevas y diversas formas de comprender lo local, que nos llevan a buscar nuevas preguntas que nos acerquen a la posibilidad de navegar mejor en espacios multidimensionales.
¿Será posible pensar que desde el turismo se puede reforzar la identidad local?
Ahora mismo no pretendo ni podría responder a estas preguntas, pero puedo invitarte a reflexionar sobre lo que es un sentido de lugar y cómo se conforma, para ayudar a tomar decisiones respecto a la forma en que gestionamos nuestros destinos.
Hacia un lugar con sentido
Un lugar, dice la RAE, es un espacio que es ocupado o puede ser ocupado por algo, un terreno determinado que es a propósito para algo.
El diccionario de Oxford dice que un lugar es una porción del espacio, real o imaginada en la que se sitúa algo, y desde el punto de vista geográfico, un lugar es una localidad que se entiende como una unidad territorial que tienen un nombre que le da una identidad propia, un espacio físico organizado por la sociedad.
La concepción de lugar desde el punto de vista antropológico y el surgimiento de los no lugares que plantea Marc Augé, amplían el espectro de la identidad local, que más allá de estar un lugar determinado y de tener un nombre, pues implica la comprensión de los rasgos sociales, espaciales y relacionales de esa localidad o ese lugar en particular.
Desde la perspectiva turística, sabemos que es el ámbito de las localidades donde confluyen de diferentes maneras el patrimonio, la infraestructura, la superestructura, los servicios turísticos, culturales y de interpretación, las actividades y las relaciones entre los visitantes y los anfitriones que suceden durante un momento determinado.
¿Cómo describirías tú una localidad con sentido?
Cada localidad es un sistema multidimensional y dinámico, no importa el tamaño que tenga, la duración de su existencia o su nivel de desarrollo.
Puede ser un núcleo pequeño de población o una conurbación de varias localidades en una zona metropolitana, incluso estar en un entorno despoblado. Cualquier localidad que puede ser visitada, puede ser considerada como un destino turístico desde la perspectiva del viajero que la visita.
Algunos autores estudiosos del turismo se han orientado más a los temas prácticos del desarrollo turístico, como la disposición de elementos técnicos y económicos para la construcción rápida de infraestructura urbana y turística en los destinos; mano de obra abundante, sin pretensiones de especialización, pero dispuesta a servir y a ser educada; basando el desarrollo de ofertas en elementos de exotismo diferencial, que sin ser demasiado extraños para causar suspicacias, tengan una apariencia diferente que provoque curiosidad y un urbanismo de clase turista en el que los visitantes puedan desenvolverse sin agobios.
Este tipo de concepciones, que están más enfocadas al desarrollo económico y al bienestar de los turistas, que a temas sensibles a las comunidades receptoras, proponen aprovechar las características culturales de los destinos para el desarrollo turístico sin mayores miramientos, y se enfocan al desarrollo de una oferta competitiva cuyo objetivo es satisfacer mejor a la demanda en un ambiente cada vez más competido.
Mientras tanto, con evidencias cada vez más tangibles de la crisis ambiental, desde hace ya muchos años, en 1987, las Naciones Unidas, en su informe Nuestro Futuro Común concluyen que es necesario generar un nuevo modelo de desarrollo más equilibrado y establecer fórmulas para “satisfacer” las necesidades del presente, sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.
Esta definición abrió paso al concepto de turismo sustentable o sostenible, que quedaría vinculado irrevocablemente con la cultural y el medio ambiente local, y que aspira a ser “aquel turismo que satisface las necesidades actuales de los turistas y de las regiones receptoras y al mismo tiempo protege y fomenta las oportunidades para el futuro”.
Hemos de reconocer que el potencial, la competitividad, la capacidad de carga de una localidad y su desarrollo sostenible dependen de diversos factores que les diferencian.
6 factores de diferenciación de una localidad
- Características físicas
- Tamaño y densidad de la población
- Actividades humanas
- Superestructura, estructura e infraestructura
- Accesibilidad y coopetencia
- Los visitantes
Características físicas
Las características físicas, geográficas, climáticas y bióticas determinan la fragilidad de los ecosistemas y definitivamente la capacidad de carga humana.
La capacidad de carga tiene que ver con el tamaño máximo de población de cualquier especie biótica que el ambiente puede soportar sin agotar el alimento, agua, cobijo y otros elementos necesarios para su sobrevivencia y la del ecosistema en cuestión.
Actualmente el término capacidad de carga se vincula fuertemente con la presencia humana en un territorio y en el ámbito turístico han de sumarse los visitantes a la población local.
El hecho de que algunos estudios consideren solo la presencia de turistas y ni siquiera contemplen la presencia de otros humanos que comparten los espacios y tienen derecho a realizar las mismas actividades y utilizar los mismos recursos que estos ciudadanos temporales para establecer algo que nos ha dado por llamar “capacidad de carga turística” me parece un clásico efecto que llamaré turismocentrismo y que desafortunadamente sucede con cierta frecuencia en quienes parecen creer que el turismo es un asunto casi independiente del territorio en que sucede.
Tamaño y densidad de una localidad
Diferentes países determinan de forma diferente el tamaño mínimo de población para definir si una localidad se identifica como rural o urbana. En Dinamarca una localidad se considera urbana a partir de 200 habitantes, en Argentina 2,000, en la India 5,000, en México de 15,000, en Japón desde 50,000 y en China 100,000.
Los esfuerzos internacionales por estandarizar los parámetros de medición para hacer análisis comparativos entre países tuvieron poco éxito, pues existen diversos programas y políticas internas de inversión que no dependen de las condiciones de cada uno.
Es así que la Comisión de Estadísticas de las Naciones Unidas, decidió adoptar un método para medir el grado de urbanización en marzo del 2020 para distinguir tres tipos de asentamientos:
Ciudades de al menos 50,000 habitantes en celdas de malla contiguas densamente pobladas con más de 1,500 habitantes por kilómetro cuadrado.
Pueblos y zonas de densidad intermedia con una población de al menos 5,000 habitantes en celdas de malla contiguas cuya densidad es de un mínimo de 300 habitantes por kilómetro cuadrado.
Zonas rurales que están constituidas principalmente por celdas de malla con baja densidad de población.
Actividades humanas
Desde la perspectiva antropológica, Héctor Tizon define territorio como un ambiente de vida, de acción y de pensamiento de una comunidad, asociado a procesos de construcción de identidad. Ricardo Abramovay señala que un territorio representa una trama de relaciones con raíces históricas, configuraciones políticas e identidades que ejercen un papel todavía poco conocido en el propio desarrollo económico.
Bernard Pecqueur diferencia territorio dado, que es aquel definido por decisiones político-administrativas, que se establecen a partir de juegos de poder. Por otro lado, esta el territorio construido, que resulta de un encuentro de actores sociales, en un espacio geográfico dado, que busca identificar y resolver un problema común.
La combinación de las actividades humanas y las características de las personas que habitan un territorio permanente o temporalmente, marcan la pauta de las interpretaciones y particularidades de lo que es la identidad local, cómo se aborda, se utiliza, se protege o se destruye el patrimonio local.
La producción de bienes, relacionada con la sobrevivencia, define en gran medida la historia, los ritos y ceremonias, los instrumentos de comunicación, las relaciones sociales y los sistemas de valores y creencias de una comunidad.
Superestructura, estructura e infraestructura
Mynor Retana ilustra la diferencia entre superestructura, estructura e infraestructura llevando los términos al plano constructivo:
La superestructura es el diseño y visión arquitectónica que se desea expresar. Definen la forma de pensar, la ideología, leyes y creencias de una comunidad.
La estructura es la parte fundamental de la construcción ya que pese a que no se ve, es la que garantiza la seguridad de soportar y no desplomarse a la menor sacudida. Es la forma en que la sociedad decide organizarse a través de un marco jurídico y administrativo.
La infraestructura que es la parte visible de la construcción y que bajo una percepción subjetiva la hace linda o aburrida a la vista. Es el conjunto de medios físicos y servicios para el funcionamiento de la sociedad.
La presencia de líderes y ciudadanos integrales con pensamiento y valores claros y consensuados, con consciencia sistémica y participativa, se expresa en una gobernanza sólida y compartida, con instituciones trasparentes, eficaces y eficientes que colaboran para manifestarse en infraestructuras útiles, eficientes, limpias y bien conservadas que proveen servicios públicos adecuados e incluyentes.
Accesibilidad y coopetencia
La presencia y el nivel de desarrollo de infraestructuras y servicios turísticos, culturales, ambientales, públicos, privados y sociales, facilitan o dificultan la inclusión y la vinculación física, perceptual y comercial de quienes viajan, invierten, operan y promueven los destinos, su accesibilidad y su vinculación con otras localidades.
Si localidad es un sistema en sí mismo y a la vez forma parte del sistema geográfico, económico, ecológico, social y turístico de un territorio, resulta complejo analizarla de manera desagregada, sin vincularla con aquellas con las que interacciona.
Nuestra capacidad de vinculación de los distintos factores que la conforman se facilita al pensar en redes, porque las redes son flexibles, son sistemas abiertos que pueden albergar múltiples sistemas y presentarnos diversos caminos que permiten los intercambios entre unos, algunos o todos.
Cada localidad puede tener más de una especialización y convocar a las personas que la habitan y a los turistas que la visitan por más de un motivo.
Después de todo, los residentes también turistean por su localidad y salvo el alojamiento y el transporte de llegada, utilizan prácticamente los mismos servicios y productos que los turistas, y su consumo va ampliando la oferta local.
Por otra parte, los destinos que forman parte de un sistema turístico regional y las localidades no siempre se visitan solas, muchas veces se interconectan con otras que las complementan y a veces los viajeros consideran a varias localidades parte del mismo destino de viaje.
Así, las localidades turísticas compiten a la vez que se complementan. De ahí viene al caso explorar el concepto de coopetencia.
Coopetencia es la capacidad de cooperar y competir al mismo tiempo.
Las actividades productivas que se llevan a cabo en una localidad también se complementan a la vez que compiten entre ellas. Difícilmente podemos caracterizar a una localidad como meramente turística o industrial o agrícola.
El equilibrio entre actividades, la complementariedad de las inversiones, la lucha entre los diferentes intereses que afectan las políticas públicas es una realidad innegable que hemos de tener en cuenta para lograr una localidad con sentido de destino, es decir, con un camino trazado hacia un futuro próspero, disfrutable y compartido.
Los visitantes en el carácter de los destinos
El sentido de lugar una localidad se refuerza a través de sus visitantes. Los visitantes son los otros, los que no habitan permanentemente un lugar y sabemos que la identidad solo tiene sentido frente a la alteridad.
Los turistas no sólo llegan al sistema, son parte del sistema desde que piensan en el sistema o las comunidades locales los piensan para adecuar sus espacios.
Es cierto que la selección del tipo de visitantes que queremos convocar no es solamente un tema de venta o del valor comercial del mercado, pues quienes visitan un lugar inciden de manera determinante en el carácter del destino y forman parte de la experiencia de vida de los residentes y en la experiencia del viaje de los turistas, de manera que incluso podrían considerarse como un atributo del producto-experiencia de viaje y definitivamente como un elemento de satisfacción o insatisfacción de otros visitantes y de los residentes.
Sin embargo, más allá del perfil y el comportamiento de los visitantes que llegan a una localidad no solo imprimen su sello y mezclan su energía con los habitantes locales, a través de los visitantes o hacia ellos, se construyen discursos para explicarles las identidades locales y en general buscan mostrar lo mejor de una comunidad y en esta demostración, las cosas mejoran.
Tanto el sentido de lugar como la vocación turística de los destinos se conforma por lo que las comunidades que las habitan expresan en términos de:
- Los recursos actuales (lo que tenemos y somos)
- Nuestro potencial (lo que podríamos tener y ser)
- Nuestras diferencias (lo que nos identifica)
- Nuestro mercado (los clientes) y
- Nuestros sueños (lo que queremos ser)
Un buen lugar para vivir es un buen lugar para visitar
Como la mayoría de las cuestiones relacionadas con el turismo, el sentido de lugar no es un tema relacionado sólo con la satisfacción o los deseos de los turistas o de un grupo particular de visitantes, sino con la comunidad que ahí se encuentra.
Tiene que ver con aquellas cosas que suman al sentimiento de que una comunidad es un lugar especial, distinto a cualquier otro y que genera una experiencia significativa entre los visitantes y los residentes.
Además de los atributos relacionados con los elementos del proceso comercial de cada localidad, que inciden en la motivación de los turistas para elegir un destino determinado, la decisión del viaje se vincula también con aquello que conforma un sentido de lugar, y esto es lo que lo hace psicológicamente confortable y logra que ese lugar en particular se signifique, se interprete, se elija y se disfrute.
Por eso y por mucho más, construir y fortalecer el sentido de un lugar es mucho más que una estrategia turística.
Actualmente se discute cómo el sentido de un lugar es un factor determinante para la valorización y preservación de elementos únicos en las identidades y ecosistemas locales.
Las variables que conforman un sentido de lugar psicológicamente confortable son: su aliento espiritual, su narrativa y legibilidad, su compatibilidad escénica y su interpretación toponímica. En conjunto generan vínculos profundos y significativos entre el sitio y las personas que lo habitan y visitan.
Interpretación toponímica
Se relaciona con el significado y las relaciones de su nombre, con las interpretaciones que le dan los residentes y los visitantes.
Armonía escénica y funcional
Se relaciona con la compatibilidad que el lugar logra tener con su entorno, con los propósitos y la experiencia de vida de quienes habitan el lugar permanente o temporalmente y que genera dependencias ambientales, vínculos personales con el sitio.
En este sentido, el manejo del espacio actúa como maestros esculpiendo nuestras percepciones sobre una organización en un lugar determinado.
Narrativa y legibilidad
La narrativa del lugar le da legibilidad y nos permite interpretarlo a partir de las historias y leyendas que surgen de la comunidad o que se van contando por el mundo sobre ese lugar.
Muchos viajeros que llegan a un lugar, tanto por motivos de negocios como de placer, hablan de lo que encontraron en sus vivencias entre la realidad y la fantasía, así interpretan, comprenden y comparan su propia realidad con los mundos imaginarios que convocan las diferencias que encuentran en los lugares que visitan.
Aliento espiritual
El llamado numinus o aliento espiritual se relaciona con un mundo que trasciende el mundo físico y nos permite conectarnos íntimamente con el todo a través de ese lugar en particular.
Un sentido de lugar bien definido permite identificar a las localidades como un asunto integrado, como un ente tangible, como un sujeto activo que se distingue claramente de otros.
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