¿Qué es equidad de género? Un reto desde todas las trincheras.

¿Qué es la equidad de género?

En este artículo abordamos qué es la equidad de género y algunos de los principales retos y avances para promover un mundo más equitativo. Sin duda un tema de actualidad que merece toda la atención y el trabajo conjunto de toda la sociedad.

Por Anna Ivette Rodríguez Navarro con colaboración de Alexandro Dupuis

¿Qué es la equidad?

El concepto de equidad viene del latín aequĭtas ‘, derivado de «igual»; del griego, que se refiere a la “virtud de la justicia del caso en concreto”.

En el más amplio sentido, la equidad se orienta a promover la igualdad entre todas las personas independientemente de su género, su cultura y su situación social y otros factores.

En este sentido la equidad defiende las oportunidades para todas las personas sin distinción ni discriminación, contemplando también la adaptación de las circunstancias a casos particulares para mejorar su efectividad.

¿Qué es la equidad de género?

La equidad de género se refiere a la situación donde todas las personas acceden a las mismas oportunidades, al uso, control y beneficio de bienes, servicios y recursos de la sociedad y del estado, tienen la misma posibilidad de tomar decisiones en los ámbitos social, económico, político, cultural y familiar.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) marca la importancia de la igualdad entre los géneros no sólo como un derecho fundamental sino como la base para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible.

Parece que hablar de equidad de género no tuviera importancia, sin embargo, el camino ha sido largo y con obstáculos, históricamente los hombres han ocupado el espacio público y han dominado las reglas y uso del mismo, a ellos se les consideró el privilegio de ser ciudadano poseedor de derechos, a las mujeres no, éstas tuvieron que luchar para conseguirlo.

El derecho al voto y a mejores condiciones laborales marcaron la ruta de la lucha por los derechos de las mujeres. Hoy en día los principales problemas en materia de equidad de género a nivel internacional son la violencia de género, matrimonio infantil, mutilación genital femenina, desigualdad salarial y otras formas de discriminación.

Otra lucha constante, la viven las personas LGBTI quienes de acuerdo con la ONU con mucha frecuencia “son  excluidas de los sistemas de protección legal, rechazados por las familias y las comunidades y carecen de igualdad de trato en las escuelas, locales de trabajo, establecimientos de salud y en las calles. Las múltiples formas de discriminación aumentan su exclusión social, lo que afecta su salud mental y su vulnerabilidad a la violencia sexual, a la violencia basada en género, al VIH y a otras infecciones de transmisión sexual, creando barreras para el acceso a la salud universal.”

En estos y otros casos, desafortunadamente las mujeres y las personas LGBTI salen perdiendo.

Nuevas masculinidades y feminidades

Algunas de las nuevas tendencias para promover la equidad de género, abordan paradigmas sociales que afectan de manera sustantiva la posibilidad de establecer condiciones de equidad. La construcción de lo masculino y lo femenino en la sociedad actual, tienen su origen en las diferencias biológicas y anatómicas de los hombres y las mujeres.

Diseño de objetivos

El concepto de masculinidad generalmente aceptado está todavía asociado con los roles de género y algunas normas de comportamiento esperadas, particularmente entre hombres y mujeres.

El viejo paradigma, dividía las eséras del trabajo “fuera de la casa” y el “cuidado del hogar” dentro de la casa. Así mismo, las normas de comportamiento establecían formas de actuar esperadas, entre las que se encontraban:

Para lo maculino la fortaleza era reconocida como un valor fundamental, que incluía entre otros aspectos la represión de emociones, y el asumir la proveeduría de los recursos del hogar.

Esta posición de masculinidad se relaciona con constructos verbales como: Los hombres no lloran… debes tener un buen trabajo para mantener a tu mujer… Que bien que ayudas a tu mujer con la casa o los niños…

Para lo femenino, la delicadeza se reconocía como su principal atributo, asociada con la emocionalidad y la pasividad en el ámbito de la toma de decisiones importantes.

Esta aproximación a la feminidad se veía reforzada por frases como: “Debes asegurarte de que todo esté bien en la casa… Eres la encargada de cuidar a los hijos y a tu madre… debes tener la cena para cuándo tu marido llegue de trabajar…”

Hoy en día estas normas resultan obsoletas en la visión de construir un mundo más equitativo y sano tanto a nivel de sociedad como individualemnte para las personas de todos los géneros.

Actualmente, la discusión en materia de la construcción de nuevas maneras de abordar la masculinidad y feminidad se centra en la exploración de distintos roles y posibilita a las mujeres y hombres. Sin embargo, los antiguos paradigmas y normas todavía son promovidas tanto por hombres como por mujeres en distintos ámbitos de actuación.

La equidad de género como objetivo para el desarrollo sostenible.

Ante los principales retos que enfrenta la sociedad a nivel global, en el año 2015 la ONU celebró la Cumbre del Desarrollo Sostenible donde se establece la Agenda 2030 que tiene como base los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).

Objetivos de Desarrollo Sostenible

El Objetivo número cinco se titula “Equidad de género” y busca la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.

Lo que busca este objetivo es que las mujeres y las niñas tengan acceso a la educación, a la salud, un trabajo digno, a la participación en las decisiones políticas y económicas para lograr la consolidación de sociedades prósperas y sostenibles.

Las metas del ODS 5 son:

  1. Poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo;
  2. Eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación;
  3. Eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina;
  4. Reconocer y valorar los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados mediante servicios públicos, infraestructuras y políticas de protección social, y promoviendo la responsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada país;
  5. Asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública;
  6. Asegurar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos según lo acordado de conformidad con el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, la Plataforma de Acción de Beijing y los documentos finales de sus conferencias de examen;
  7. Emprender reformas que otorguen a las mujeres igualdad de derechos a los recursos económicos, así como acceso a la propiedad y al control de la tierra y otros tipos de bienes, los servicios financieros, la herencia y los recursos naturales, de conformidad con las leyes nacionales;
  8. Mejorar el uso de la tecnología instrumental, en particular la tecnología de la información y las comunicaciones, para promover el empoderamiento de las mujeres y;
  9. Aprobar y fortalecer políticas acertadas y leyes aplicables para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas a todos los niveles.

El gran reto de este objetivo se encuentra en la implementación, por parte de los estados, de políticas públicas que propicien verdaderamente la igualdad de acceso a las oportunidades para todas las personas, por una parte la creación de un marco legal que regule el establecimiento de relaciones y que marque la pauta para la creación de planes y programas.

Por otro lado, es necesario que se establezcan acciones concretas que propicien el cambio en el sector social, familiar e industrial y empresarial.

La equidad en el ámbito laboral

Hablar del ámbito laboral es colocar sobre la mesa temas como, condiciones de trabajo, sueldos y salarios, promociones, estímulos, jornadas laborales, relaciones laborales, clima organizacional, binomio trabajo – familia, uso del tiempo libre, licencias de maternidad y paternidad, licencias de cuidado por enfermedad, tiempo libre y participación en sociedad.

El tema no es cosa menor, es asomarse a través de un calidoscopio, así de complejo.

Si observamos de forma superficial el mundo laboral desde una perspectiva de género entonces podemos decir que la mayoría de las empresas y organizaciones, por ejemplo:

La gran mayorúa de los lugares de trabajo no tienen instalaciones que les permitan a las madres trabajadoras lactar.

La última cifra de ONU Mujeres sobre los sueldos es de 23% en la brecha salarial entre hombres y mujeres, eso quiere decir que, si un hombre en un puesto determinado gana 100 pesos, la mujer en el mismo puesto recibe un salario de 77 pesos.

Equidad de género en México

En cuanto a la jornada laboral los datos no son prometedores, el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) en México, habla de las dobles o triples jornadas de las mujeres, es decir, cumplen con la jornada laboral, además realizan labores domésticas y cuidado de los hijos y algunas otras una tercera jornada como el cuidado de los padres, madres o familiares; el 52% de las mujeres han sufrido acoso en el trabajo.

Los horarios laborales continúan reproduciendo estereotipos al no realizar jornadas de trabajo flexible que les permita a los trabajadores y trabajadoras transitar entre la esfera doméstica y la laboral y; las licencias de maternidad y de cuidados siguen siendo exclusivamente para mujeres, dejando a los hombres fuera de este ámbito. Entonces, ¿cómo podríamos transformar la cultura organizacional?

En México, hasta el 2014 había tres documentos que regulaban la igualdad laboral:

  1. Modelo de Equidad de Género operado por el Instituto Nacional de las Mujeres,
  2. la Norma Mexicana para la Igualdad Laboral entre Hombres y Mujeres de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y
  3. la Guía de Acción contra la Discriminación “Institución comprometida con la Inclusión” de la CONAPRED.

Para el 2015, estas tres instancias conjuntaron esfuerzos y constituyeron la Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación, que es un mecanismo para reconocer a los centros de trabajo que cuentan con prácticas en materia de igualdad laboral y no discriminación, para favorecer el desarrollo integral de las y los trabajadores.

Dicha norma se rige por seis ejes: incorporar la perspectiva de género y no discriminación en los procesos de reclutamiento, selección, movilidad y capacitación; garantizar la igualdad salarial; implementar acciones para prevenir y atender la violencia laboral; y realizar acciones de corresponsabilidad entre la vida laboral, familiar y personal de sus trabajadoras y trabajadores, con igualdad de trato y de oportunidades.

En México, además de los documentos anteriores, el primero de mayo del 2019 se emitió en el Diario Oficial de la Federación la Reforma que se realizó al Artículo 994 de la Ley Federal del Trabajo que incluye en su Fracción VI una sanción y multa para los patrones que incurran en discriminación y violencia: “de 250 a 5000 Unidades de Medida y Actualización, al patrón que cometa cualquier acto o conducta discriminatoria en el centro de trabajo; al que realice actos de hostigamiento sexual o que tolere o permita actos de acoso u hostigamiento sexual en contra de sus trabajadores”.

Cualquier institución o persona que esté interesado en sus colaboradores y colaboradoras tendría que buscar los medios y procedimientos que la llevaran a certificarse.

Los gobiernos, partidos e instituciones deberían comprometerse a, primeramente, ser ellos quienes busquen la certificación y en segundo lugar dar a conocer los requisitos, obligaciones, pero también las ventajas y las posibilidades de crecimiento que tienen las empresas y organizaciones al impulsar la equidad de género.

La idea de un campo laboral equitativo para todas las personas aún se encuentra en su infancia, pero aun así es posible vislumbrar campos de acción y de trabajo en pro de esa igualdad esperada y anhelada.

Ante esto, no hay otra posibilidad, sólo la de que las personas que se identifican con distintos géneros se asuman como iguales para poder luchar en pro de la equidad.

En la medida en que seamos conscientes de que tenemos los mismos derechos es en la misma mediada en la podemos pugnar por ellos.

Por supuesto la equidad de género es un tema complejo que requiere mucha discusión y trabajo en un tono de reflexión y respeto.

En Identidad y Desarrollo promovemos la equidad en todas sus modalidades. Conoce nuestro equipo.

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